Skip to main content
Entrevista-Santiago-Rueda

Plata y plomo: un diálogo entre arte y narcotráfico. Entrevista con Santiago Rueda


03/02/2020

Por: Lina Tono

En días pasados compartimos una mañana con Santiago Rueda, curador, historiador del arte y autor del libro “Plata y Plomo”, y le invitamos a conversar sobre el tema principal de su investigación: la estrecha relación que se ha venido forjando por décadas entre el arte y el narcotráfico en Colombia, y cómo las drogas y las economías ilícitas han permeado el trabajo de algunos artistas y el destino del arte en nuestro país. 

En su libro y, en general, en los ensayos y exposiciones de arte que Rueda ha estado publicando y organizando por varios años a lo largo y ancho de Latinoamérica, se nos revelan reflexiones profundas sobre la influencia de las drogas de uso ilícito en la producción artística colombiana y se nos plantean preguntas clave sobre la pertinencia y vigencia de las políticas de drogas que han conducido la lucha contra las drogas en nuestro país y en toda la región. 

En esta entrevista exclusiva para el CESED, Santiago Rueda nos cuenta un poco sobre su libro y nos ofrece una mirada muy completa sobre el panorama del arte y las drogas de uso ilícito en Colombia: 
CESED: ¿Qué te motivó e escribir Plata y Plomo? ¿Por qué te interesa explorar a fondo la relación entre drogas y arte plástico?

S.R.: El libro se escribe gracias a la invitación que me hace el editor Juan David Correa y viene precedido de otros textos como “Una linea de polvo. Arte y drogas en Colombia” (2009), “Post scriptum” y “Una linea de polvo en America latina” (2017). Éste último recoge la experiencia de realizar “Una linea de polvo” como una exposición que ha estado en Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, México, Uruguay y Colombia desde el año 2012 hasta hoy. En este caso, la invitación era a contar una historia de las drogas y las sustancias en Colombia, y a la vez una historia del arte colombiano a través de las obras y artistas que han tratado el tema. El libro, entonces, trata de acercar al gran público y al lector no especializado para entender los temas inevitables: la bonanza marimbera, los usos ancestrales, la influencia de lo narco en la cultura colombiana; en la arquitectura, la música, el deporte, las colecciones de arte, la dosis personal, el futuro de las drogas y las drogas del futuro. Así, el lector puede entender por qué el texto es válido en el arte. Por qué se usan seudónimos y, por ende, la autoría es desafiada, por qué los artistas vuelven a los archivos personales, públicos, de prensa, de video; por qué las imágenes y símbolos prehispánicos siguen siendo válidos, y también por qué los medios se usan y cuáles son: el collage, el dibujo, el video, la música misma presentada como archivo dentro y fuera de la red. 

El libro también es una historia corta de las sustancias, de la coca, principalmente, pero también de las sustancias que cruzan nuestro territorio hoy.

Mi interés en el tema, aparte de creer que es urgente, que nos afecta en todo (en lo ambiental, lo social, lo político, como problema de salud pública) y que debe ser ventilado y discutido, se debe a que el arte permite hacer un tipo de activismo y educación que las políticas ya ensayadas no han probado quizá. El arte permite sensibilizar y poner en diálogos diversos -desde diferentes posturas y actitudes, desde diversos territorios y medios, desde lo personal y lo subjetivo- a lo político, a la complejidad del fenómeno de las drogas y, más específicamente, de la guerra contra las drogas que en Colombia no llega a resolverse y es empeorada, sabiéndose perdida, por el gobierno actual en casi todos sus campos: en prevención, consumo, cultivos ilícitos, persecución efectiva de los grupos ilegales…

CESED: En Colombia, ¿quiénes fueron los artistas pioneros en dedicar su obra al tema de las drogas y el narcotráfico?
S.R.: Miguel Ángel Rojas, a pesar que sus grandes pinturas de los años 80 y 90 no se han visto en décadas. Beatriz González y su pintura “Altar”, donde aparecen a la vez René Higuita, los asesinos de Galán, el mito de El Dorado y las víctimas de la guerra contra Pablo Escobar. Posteriormente, Jorge Acero, Nadin Ospina, Wilson Díaz y Fernando Arias, entre otros. 
CESED: ¿Por qué crees que en Colombia el arte plástico tardó tanto en abordar el tema de las drogas de uso ilícito?

S.R.: Probablemente por que los artistas concebían al arte muy fuera de las problemáticas sociales y del contexto. También porque, históricamente, los artistas colombianos pertenecían a las élites -a diferencia de hoy- y su mirada estaba puesta en Europa y Nueva York. Obviamente, se debe también al dominio que ejercieron los “monstruos trabistas” sobre el arte colombiano. También por la presión que ejercía el dinero narco en el mercado de arte, forjando gustos y preferencias que torcieron también el camino de los artistas.

En “Todo comenzó por el fin” de Luis Ospina, recordando la vida artística en los años 80, Sandro Romero declara: “Uno estaba metido en la celebración y no en el fenómeno.”

CESED: ¿Has visto alguna transformación en la narrativa que propone el arte plástico sobre drogas de uso ilícito? ¿Se han transformado los mensajes con la llegada de nuevas generaciones de artistas?
S.R.: El proceso 8000 suscitó, como pocos escándalos de los tantos surgidos acá, la reacción de los artistas y los caricaturistas. En realidad, dos décadas después, los temas no han cambiado porque los problemas no han cambiado: se prohíbe ahora la dosis personal, no se soluciona el problema en el campo y en las regiones donde están los cultivos ilícitos, las organizaciones ilegales ejercen el poder en los barrios del Valle de Aburrá, como testificó lo sucedido en Bello este año. Obviamente, no vivimos los excesos de los años 80 y 90, ni el lujo y la ostentación mafiosa que identificamos con ese periodo, pero quizá -respondiendo a la pregunta- uno de los temas que más fuerza parece tomar recientemente es el del uso de las plantas sagradas y medicinales. 
CESED: ¿Cuáles son las técnicas o recursos que más utilizan los artistas plásticos de hoy para construir sus obras sobre el tema de drogas? 
S.R.: Video, en el caso de Rened Varona, Edinson Quiñones, Nadia Granados, Vanessa Ortiz, Marcelo Verástegui, Juan Melo, el Colectivo Paramédicos, Estefanía García, Fernando Pareja, Harold Ortiz, José Horacio Martinez, Lina Hincapié, Ana Millán, Diego Hernández y Leonardo Herrera, entre otros. Otros usan la fotografía y el dibujo: Camilo Restrepo, Wilson Díaz y Ernesto Ordoñez. Otros usan texto: Antonio Caro, Pedro Manrique Figueroa y Juan Uribe. Otros utilizan el performance, como los ya mencionados Granados, Herrera, Quiñones y más recientemente Ernesto Restrepo. Los archivos musicales, colecciones musicales y los playlists también han sido usados por Hernán Pruden, argentino, en su “Proyectocococla.com”, una amplísima selección de temas musicales sobre coca y cocaína, que van desde el tango de Gardel hasta el trap
En suma, no hay técnicas ni medios que no hayan sido usados.  
CESED: Como curador, cuando propones exposiciones sobre este tema a galerías o museos en Colombia, ¿qué respuesta sueles obtener?
S.R.: En Colombia es muy difícil, porque es un tema del que no se quiere hablar. Sin embargo, en los últimos dos años logramos hacerla en el Museo de Arte Contemporáneo en Bogotá, en el Instituto de Cultura y la UIS en Bucaramanga, en el hotel Nutibara en Medellín, en el Museo de Arte de Pereira, y ahora en el Instituto de Bellas Artes de Cali. En otros países, hemos logrado hacer la muestra en espacios independientes, centros de arte y universidades.
CESED: ¿Cuál es tu opinión sobre la posición del actual gobierno frente al arte plástico que busca visibilizar temas de drogas y narcotráfico?
S.R.:No creo que exista una censura por parte del gobierno, pero con sus medidas sin duda ha generado temores en algunas personas encargadas de instituciones culturales.
CESED: ¿Crees que el arte plástico que trata el tema de las drogas de uso ilícito puede llegar a influenciar de alguna manera la política de drogas en Colombia?
S.R.:Creo que hay iniciativas, como “Échele Cabeza”, que están logrando cambios en la actitud y usos de sustancias, a través de la educación.